EL JUICIO DE DAYTON

Teatro en el Delibes

- Sala Teatro Experimental
10 €

,

de Teatro del Azar (Valladolid)

(Versión libre a partir del film de Stanley Kramer “Inherit The Wind” –1960-)

Un joven maestro llamado Bertram T. Cates ha sido sometido a juicio por violar una ley del Estado de Tennessee. El delito que se le imputa es haber enseñado la teoría de la evolución de Darwin a un grupo de estudiantes de secundaria. La prensa y los medios de comunicación no permanecen ajenos a este debate que enfrenta religión y ciencia.


Entradas 10 € [Grupos de 10 o mas personas 5 € por persona]

Abono 10 espectáculos 40 €Abono 6 espectáculos 30


ENTREVISTA A JAVIER ESTEBAN, DIRECTOR DE AZAR TEATRO

 1- Una obra que enfrenta ciencia y religión es valiente incluso en nuestros días. Parece que las últimas generaciones de países como España ya lo han superado, dando por buena la teoría de la evolución de Darwin y, sin embargo, sigue existiendo una mentalidad que aboga por el creacionismo. ¿Qué ha sido lo que os llamado la atención de esta obra para llevarla a las tablas? 

 La puesta en escena de El Juicio de Dayton surge en un contexto muy determinado. Eran los días en los que se pergeñaba una Ley de Educación, que más tarde se conoció popularmente como la «Ley Wert», que le otorgaba un mayor peso a la Religión en las escuelas e institutos y que favorecía la desaparición de asignaturas, para nosotros fundamentales, como la Filosofía. Todo ello coincidiendo con uno de los periodos más complicados, económicamente hablando, en lo que respecta a nuestra Compañía y al importantísimo descenso en número de actuaciones que estábamos sufriendo. Así que coincidieron un nuevo planteamiento de producción, que nos condujo a coproducir este espectáculo con el Teatro Calderón de Valladolid, pudiendo tener la obra en cartel de forma intermitente durante cinco meses en el propio Teatro Calderón, y la evidencia del carácter reaccionario de algunos aspectos de la «Ley Wert». De alguna manera, entendimos que se agitaban los fantasmas de la crisis para dar la impresión de que sólo había una forma correcta de ver y entender el mundo desde las aulas, una suerte de «ceguera obligatoria» para obviar un abanico de posibilidades mucho más amplio a la hora de entender el mundo y nuestra propia y actual diversidad social.

 Si el teatro ha de ser reflejo de su tiempo e invitar a la reflexión crítica de cuanto nos rodea, nos pareció que esta obra cumplía esos propósitos. tampoco debemos olvidar que uno de los más reseñables espectáculos de nuestra Compañía, LA ÚLTIMA NOCHE DE GIORDANO BRUNO, ahonda y profundiza en ese abismo que es imponer una única visión del mundo, pisoteando la razón y el derecho a pensar libremente. Así pues, podemos entender que hay una coherencia clara en la correlación de estos dos espectáculos y en el propósito de nuestro repertorio.

 

¿Crees que es poner una lanza a favor de la ciencia, además de una forma de condenar ciertos comportamientos humanos como la intolerancia o la necesidad de anclarse en lo hasta ahora conocido?

 Creo que es anteponer la razón a lo irracional, que anclarse en el «más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer» puede tranquilizar, pero nunca nos hará avanzar ni como sociedad, ni como individuos, que la curiosidad es un estado natural del ser humano y es precisamente ese estado el que nos ha permitido llegar hasta aquí como especie. Matar la curiosidad con superstición, negar el mundo sensible que nos rodea sin intentar asumir toda su complejidad y la consciencia de que nos es inabarcable, es encerrar nuestra comprensión del universo y del otro en un espacio muy pequeño, tan pequeño que excluye todo lo que no sea uno mismo (otros credos, otras razas, otras formas de amar, etc.) y crea la necesidad de unificar, de uniformar nuestra forma de pensar.

 Pero más allá del enfrentamiento entre ciencia y religión, lo que sobre todo se  pone en valor es la libertad para pensar, para cuestionar, para dudar y poder exponer esas dudas, el valor del diálogo y el debate, del respeto y la tolerancia con aquello de lo que discrepamos. Afortunadamente, no hemos tenido que ficcionar este debate porque se produjo, tuvo lugar en Dayton y sus ecos aun continuan generando una sana discusión. 

 

2- Azar Teatro actúa en dos vías muy diferenciadas: un teatro que se basa en el Siglo de Oro (Sancho en Barataria, Barroco-Roll, A paso de Rueda, etc.) y un teatro más actual (Solitos, El juicio de Dayton, etc.). ¿Qué os llama la atención de cada tipo de teatro? ¿Con cuál de ellos dirías que os sentís más cómodos?

 Yo diría que hay muchas más vías de las que se señalan en la pregunta. De hecho, Barroco-Roll es un espectáculo de calle en el que los intérpretes se desplazan sobre patines y cuya banda sonora está compuesta principalmente por «música disco». En él, lo barroco nos sirve como pretexto y contexto para una «gamberrada» callejera de alto impacto visual, pero sin carga histórica.  Más que acercarnos a  épocas determinadas, nos acercamos a autores o a temas concretos porque en ese momento encontramos en ellos la inspiración y la claridad para contar aquello que creemos que debemos contar con nuestro teatro. Nosotros decimos que hacemos teatro con toda la amplitud del término, porque amamos el teatro en todas sus formas y expresiones. Exploramos en la medida de nuestras capacidades e intentamos tener un repertorio lo suficientemente amplio para poder interesar a todo tipo de público.

Cada estilo, cada forma, tiene sus pegas y sus recompensas y no creo que seamos capaces de renunciar a ninguna de ellas, porque todas nos han procurado experiencias que nos han enriquecido como artistas y como personas. Nuestra lucha está en encontrar vehículos para transmitir todo lo vivo que hay en un espectáculo de teatro. Sentir la vibración del mismo aire, tiempo y espacio con el público y que este se sumerja contigo en la propuesta es la mayor y mejor recompensa a nuestro trabajo, aunque es cierto que hay formas y géneros más populares que otros y que no con todos se consigue con la misma facilidad e intensidad.

 

3- Una pregunta que siempre me veo obligada a hacer tiene relación con la recepción actual del teatro por parte del público joven. ¿Estáis acostumbrados a ver espectadores jóvenes en vuestras representaciones?

 Depende del tipo de teatro y del contexto de la  representación. En la calle es mucho más fácil y por supuesto cuando una obra forma parte, de alguna manera, de un currículo escolar determinado. Creo que a los jóvenes les cuesta entrar en las salas de teatro, pero también creo que, al menos en nuestra experiencia, si el contacto es directo y te alejas del «teatro arqueológico» para hablarles directamente, tomándoles en serio, escuchando y tratándoles con respeto, responden de un modo muy gratificante. El problema está antes de ir a la sala, está en la forma en la que se educa a nuestros jóvenes haciéndoles ver que el teatro es una forma «pseudo divertida» de aprender ingles o de complementar la clase de Literatura Española del Siglo de Oro. Se les conduce al teatro «borreguilmente», a bocajarro. No es de recibo que todavía se ilustren los libros escolares con tópicos teatrales propios del siglo XVIII y con la concha del apuntador en el escenario, como si la contemporaneidad no hubiera inundado nuestras tablas al igual que lo ha hecho con nuestra vida. Tenemos un gravísimo problema de educación artística y especialmente teatral, por eso consideran los museos, la música clásica, la poesía o el teatro como algo profundamente aburrido, sin capacidad para sorprender, frío, que no tiene nada que contarme hoy y sobre lo que tendré que hacer un resumen o un trabajo que sólo se centrará en datos que no me importan y que olvidaré de forma inmediata.

 Tampoco podemos olvidar la escasa consideración social de la que goza nuestra profesión, a veces muy vapuleada y malentendida por el «amateurismo». Apenas despierta interés lo propio, lo local, por mucha calidad que posea, a no ser que estemos hablando de alguien que haya conseguido fama o un reconocimiento  amplio que no siempre está ligado a la calidad. Es enorme la cantidad de aspirantes que se acercan a a las escuelas de interpretación sin haber visto o leído nunca una obra de teatro, guiados por un astro televisivo o la creencia de que son unos estudios cómodos, fáciles y que les hará parecer alguien especial.

 

 ¿En qué medida crees que estos ciclos teatrales favorecen su asistencia al teatro?

 No sé en qué medida estos ciclos contribuyen a la asistencia de jóvenes al teatro. Supongo que en la medida en la que contribuye el hecho de que, al menos, haya oferta teatral en la ciudad, que siempre haya un teatro al que acudir. No se puede fiar todo al nombre de la Compañía o al texto que representa, también depende en gran medida del esfuerzo comunicativo que se realiza y la regularidad de la actividad.

 

 Y por último, ¿qué les dirías para que asistieran este sábado a ver El juicio de Dayton?

 Si quieres sentirte invadido por una historia, vivirla en primera persona, sentir que está hecha para ti, que formas parte de la representación; si quieres encontrar el eco de tu propio pensamiento y darle forma a tu voz para poder opinar y decidir; si quieres sentirte rodeado por la acción y disfrutar de brillantes interpretaciones, esta es tu obra. ¡Hazlo por ti!.